miércoles, 6 de abril de 2011

Cuestión de autobuses

Soy considerada una persona muy poco observadora.
Por mi futura profesión, estoy haciendo un esfuerzo por fijarme más en las cosas y ¿sabéis cómo y dónde practico? En los autobuses urbanos.
Sí. Yo cojo el autobús y cuando he cogido mi sitio abro bien los ojos. Normalmente, voy con los cascos puestos, mirando por la ventana y pensando en mis cosas, pero dentro de un autobús ocurren cosas fascinantes.

Por ejemplo.
¿No os habéis parado a pensar nunca que los autobuseros a veces abusan de su compañerismo? Tú vas en tu autobús y de repente se cruza en el camino de otro. Ahí ocurre algo fascinante: los autobuseros se saludan. O bien con la mano descaradamente, o bien con un gesto discreto. Y eso es normal: un colega saluda a otro. Pero y ¿cuando se paran en dos paradas, una frente a la otra? Aquí lo curioso que yo he descubierto es que les entra un ansia tremenda por saludarse. Uno se queda mirando al otro hasta que por fin sus miradas se cruzan y se saludan. Que el hombrito no arranca hasta que el compañero le ha dicho "hasta luego". O se cruzan y se quedan mirando hasta que se saludan. Que yo cuando voy sentada detrás del conductor me dan ganas de decirle: ¡¡saludale ya para que pueda mirar a la carretera y así no se estrella!!

También he observado los perfiles de los conductores y hay dos claros:
1) Los autobuseros gañanes y bordes. Tú subes, picas tu targeta y dices hola. Y aquí sus saludos bordes van desde un "hmmm" ronco, hasta una mirada a otro lado. Que yo me pongo negra porque no espero a que monte una fiesta o me dé dos besos y me agradezca haber escogido su línea para viajar hasta mi facultad, pero un hola aunque sea tímido me vale.

2) Los autobuseros demasiado amables o simpáticos. Esos son lo contrario a los anteriores. No ha abierto la puerta y ya te está dando los buenos días. Que cuando vas a picar tu targeta sólo logras oír el "ías". Intuyes el saludo y le saludas también. Y ese que cuando vas a recargar tu targeta te pregunta: ¿con tantos euros? pon la targeta ahí. Muy bien y ahora vuélvela a pasar y no te olvides recoger el ticket. Te agradezco tanta amabilidad, pero resultas muy empalagoso.

Y sin estar reñido con uno de los dos anteriores existe otro perfil: el de los que no saben conducir. Esos que frenan cada dos por tres, hasta reventar la máquina. Y los que aceleran hasta rozar los 90 km/h cuando saben que tienen una parada a menos de 100 metros. Esto traducido es un frenazo descomunal, las viejecillas que no han logrado sentarse porque está todo atestado de gente salen disparadas hacia la parte delantera del vehículo, y se produce un comprensible cabreo por parte de los pasajeros.





Pero si algo caracteriza a los autobuseros de mi ciudad es que la mayoría son hombres. Cuando subo a un autobús y conduce una mujer me dan ganas de levantarle los brazos tipo campeón de boxeo y gritar: ¡¡igualdad en el sector!! Pero me ahorro pasar ese bochorno y lo grito en mi mente.


4 años dan mucho de sí. Antes apenas cogía el transporte público, porque me pillaba todo a 5 minutos. Pero ahora disfruto de los fascinantes viajes que me pego en las líneas urbanas de mi ciudad. Si os fijáis en estas cosas acordaros de mí. Seguro que veis más cosas de las que veo yo y que no he recogido en esta entrada. Podéis añadirlo en vuestros comentarios.

Recordad que usar el transporte público contamina menos y es más divertido, nunca sabes lo que te vas a encontrar... Feliz trayecto! :)

2 comentarios:

  1. Uy, yo me sé de un autobusero que sí que te gustaría que te saludara con una fiesta y dos besos...

    Por cierto, te has olvidado de recordar a tus compañeras de viaje...sin ellas estos cuatro años de trayecto no habrían sido lo mismo...

    B.J.R.

    ResponderEliminar
  2. aaaaaaaays los autobuseros de nuestra ciudad lore nunca sabes cual de ellos te va a tocar en tu viaje, aunque de los que has descrito yo elijo al amable aunque pesado, hay veces que te da conversación y todo y se te hace más ameno el viaje jajaja

    :)

    ResponderEliminar